How Cuba’s investment in writers and artists came back to haunt its regime

Parjanya Christian Holtz es un cineasta independiente que reside en Dinamarca.

En Cuba, cientos de personas inocentes están actualmente en prisión por haberse atrevido a exigir libertad hace un año. Los “afortunados” —entre ellos Abraham Jiménez Enoa, colaborador de la sección de Opinión de The Washington Post, y Carolina Barrero, historiadora del arte, protagonistas de este corto documental — fueron forzados a abandonar su propio país.

Esta es la manera en la que las autoridades cubanas están restableciendo el control luego de los eventos del 11 de julio de 2021, cuando la frustración por la escasez de alimentos y medicamentos, el COVID-19 y las décadas de tiranía detonaron las mayores protestas antigubernamentales en una generación. La policía sofocó los llamados a la democracia en cuestión de días. Actualmente, los jueces están desapareciendo a los disidentes de la vida pública con penas de hasta 25 años de prisión.

Cuando contacté a Barrero a finales del año pasado para producir un video sobre las manifestaciones, nunca esperé poder entrevistarla en persona. Ella estaba en La Habana. Yo estaba en Copenhague. Acabábamos de pasar una semana intentando organizar una videollamada por Zoom, algo que la infraestructura de internet de Cuba convierte en una pesadilla técnica. Pero luego recibí un mensaje de su amiga que decía que Barrero había sido arrestada por protestar contra la represión hacia los manifestantes del 11 de julio. Pocos días después, fue exiliada por su propio gobierno. “Vete o afrontarás duras consecuencias”, fue, en esencia, lo que le dijeron las autoridades.

Barrero salió del país, al igual que Jiménez Enoa y muchos otros. Así que decidí comprar un boleto a España para filmarlos en las primeras etapas del exilio.

Originalmente me propuse explicar las tácticas que ha empleado el gobierno cubano para mantener controlada a su población durante más de medio siglo. Este cortometraje documental hace eso. Pero al conocer a Barrero y a Jiménez Enoa, la historia conceptual se convirtió en una personal. Les dijeron que no eran queridos en su país de origen por su necesidad de hablar y escribir libremente, así como de no ser perseguidos, arrestados o torturados por exigir derechos básicos. Este video expone la máquina propagandística que le vendió a los cubanos y al mundo una mentira sobre la revolución de Castro, así como el costo por mostrar la realidad.

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